Ésta es una de esas películas donde la historia importa menos que las sensaciones que construyen una historia, y la verdadera razón de ser de la obra pareciera ser el modo en que está hecha. Ése es también su principal atractivo, un atractivo hipnótico, donde recuerdos ciertos o tal vez transformados se hilvanan o contraponen en un mundo de espacios limpios y despejados, de objetos preciosos y ordenados, de silencios sonoros, donde todo luce bien colocado, elegante, y lo único que no está bien despejado y hace ruido es la cabeza de la protagonista.
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Antonella Costa y Eduard Fernández en una escena de 'El vestido', un film donde el erotismo y la belleza plástica se imponen a la historia.
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